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Centro Universitario de la Costa Sur

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Develan placa en el Laboratorio de Quirúrgica del CU Costa Sur en honor del Dr. Daniel Ruiz Villalobos

Con la finalidad de rendirle un merecido homenaje póstumo al doctor Daniel Ruiz Villalobos, quien fue un impulsor de la educación y de servicios médicos en Autlán de la Grana, la tarde del viernes 16 de noviembre del año en curso, la Rectora del Centro Universitario de la Costa Sur (CU Costa Sur) doctora Lilia Victoria Oliver Sánchez y Ruth Villalobos, hija del homenajeado, develaron la placa en el Laboratorio de Quirúrgica que a partir de este día lleva el nombre Dr. Daniel Ruiz Villalobos.

Previo a ello, agradeció al doctor Carlos Palomera García, Jefe del Departamento de Ciencias de la Salud y Ecología Humana por la iniciativa que tuvo en presentar la propuesta primero en el Colegio Departamental, enseguida en el Consejo Divisional de Desarrollo Regional, y posteriormente en el Honorable Consejo del Centro Universitario de la Costa Sur, en sesión extraordinaria numero 204 celebrada el pasado 7 de noviembre fue aprobado por unanimidad para que llevara el nombre del doctor Villalobos el Laboratorio de Quirúrgica que está a disposición de los profesores y alumnos de la Licenciatura en Enfermería.

La Rectora del CU Costa Sur expresó que éste día con la develación de la placa se le rendía un merecido reconocimiento a su altruismo e invaluable trabajo en la educación y los servicios médicos; enseguida cedió el uso del micrófono al maestro José Luis Guerrero Moreno, quien leyó la siguiente semblanza del doctor Daniel Ruiz Villalobos.

TRASCENDER, Daniel Ruiz Villalobos: su obra y su ejemplo

Dicen los que saben que trascender en la vida es una aspiración inherente en todo ser humano. Que el concepto profundo de trascendencia lleva implícita la idea de superación, y que es lo que diferencia de las personas comunes a las personas que trascienden en la sociedad. Yo creo que trascender es ver el diario acontecer desde un punto de vista más elevado, captar los problemas de tu comunidad, tomar riesgos y proponer o emprender acciones para su solución. Por lo general, quienes trascienden son personas desprendidas de lo material, y que incluso llegan a poner su patrimonio a disposición de una causa justa que lo amerite, sin importar el riesgo de perderlo.

En un país donde más de la mitad de su población se encuentra en rango de pobreza no es difícil encontrar causas por las qué luchar. Pero si nos enfocamos en las pequeñas comunidades, como la de Autlán, esas causas son aún más fáciles de identificar al ser más visibles las carencias de los más desprotegidos, personas a las que conocemos por su nombre, puesto que crecimos juntos, fuimos a la misma escuela y durante años convivimos diariamente con ellas. En el ensayo titulado Reflexiones, que presenté el año pasado en la reunión en El Petacal, introduje el siguiente símil: “para la población en pobreza extrema la sobrevivencia se convierte en un deporte extremo que se practica todos los días”. Sí, son esas familias desamparadas que no saben qué comerán hoy o si comerán mañana; esa pobreza extrema que golpea nuestros sentidos un día sí y otro también, y que nos invita a realizar acciones para combatirla. Sin embargo, muchos no actuamos al quedar atrapados en la comodidad de lo seguro y en el temor al fracaso.

En el curso de nuestras vidas, nos enfrentamos con decisiones que se toman en el entorno familiar, social, político y cultural en que nos desenvolvemos. Decisiones que primero toman nuestros padres y que dejan su marca indeleble en nuestra niñez y adolescencia; hasta que llega el momento en que nos corresponde tomar las riendas de nuestras vidas y asumir responsabilidad plena de nuestros actos; transitar por esa aventura que es la vida a nuestra manera, construyendo rutas sin más límite que nuestra imaginación y los medios con que contemos para ello; decisiones gue podemos tomar unidos con otros soñadores para trabajar en equipo y así poder crear oportunidades de mayor alcance en beneficio de nuestra comunidad.

Eso es precisamente lo que hizo el Dr. Villalobos: superarse como médico e inventarse como educador, detectar carencias en las áreas de salud y educativa, sensibilizar a las autoridades y en general a la comunidad sobre dichas carencias, y aglutinar un equipo de profesionales para imaginar soluciones y construir instituciones en beneficio de la comunidad, pero en especial de las clases trabajadoras de Autlán; proyectos como la preparatoria que favorecía más a familias pobres para las que era imposible enviar a sus hijos a estudiar a Guadalajara o a México; o para las que la introducción del Seguro Social les solucionaba un problema grave y costoso de salud.

Decía el Dr. Villalobos que la amistad es un asunto más de dar que de recibir que al momento de dar uno recibe, aunque sea una sonrisa. Esa máxima la aplicó también en los proyectos sociales que emprendió: siempre dio más de lo que recibió, pero nunca faltó esa sonrisa de agradecimiento de los que nos beneficiamos de sus obras. Muchos de los aquí presentes tuvimos el privilegio de recibir tres joyas invaluables del doctor: su amistad incondicional, sus enseñanzas y su ejemplo de vida. Recordemos algunos de los hechos que muestran su espíritu de servicio y liderazgo, y que marcaron su paso por este mundo:

  • En 1947, ante un cambio autoritario y regresivo del plan de estudios, encabeza la Comisión General de Estudiantes de la Facultad de Medicina que declara la huelga en la facultad y que se extiende a toda la Universidad. Como resultado, renuncian el rector y el director de la Facultad de Medicina y se restablece el plan de estudios anterior.
  • Ese mismo año, Daniel Ruiz Villalobos por la Facultad de Medicina, Guillermo Cosío Vidaurri por la Preparatoria Nocturna y Sabino Arámbula por la Facultad de Derecho, lanzan la convocatoria para crear la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG).
  • En enero de 1951 llega a Autlán y, junto con otros dos egresados de medicina, organizan los servicios y guardias del hospital de Las Montañas. Crean el Centro Médico Quirúrgico, primera clínica de servicios múltiples de Autlán.
  • En 1955 se crea la Sociedad Médica del Suroeste de Jalisco, de la que fue su primer presidente.
  • En 1958 funda el periódico El Costeño. Participa en la creación de los patronatos de las futuras preparatoria y secundaria nocturna.
  • En 1959 se funda la Escuela Preparatoria Regional de Autlán (EPRA). El Dr. Villalobos es su primer y único director. Dos años después, la EPRA cierra a causa de una huelga injusta y retrógrada.
  • En 1962-1963 organiza la introducción del Seguro Social (IMSS) en Autlán y es nombrado su primer director.
  • En 1966-1967 organiza la instalación y apertura de una escuela vocacional, en el mismo edificio en que estuvo la-EPRA, pero en 1968 el Gobierno ordena su cierre ante la generalización del movimiento estudiantil.

Si nos detenemos un instante y analizamos los hechos anteriores, en todos encontraremos las siguientes constantes: altura de miras, claridad de metas, beneficios sociales resultantes, liderazgo indiscutible y trabajo en equipo. El Dr. Villalobos nunca se aventuró a ir en solitario en un proyecto social, porque estaba convencido de que sin el trabajo en equipo cualquier Proyecto importante está destinado al fracaso.

A principios de 2009 mi hermano Fernando, entonces presidente municipal de Autlán, me llamó a México para informarme que el Dr. Villalobos era uno de los candidatos para, mediante votación y decreto del Cabildo, ese año se dedicaría al personaje elegido, y que quería conocer mi opinión. Mi respuesta fue contundente: le dije que en ese momento no había persona con más merecimientos para recibir ese homenaje que el Dr. Villalobos y que sería una verdadera lástima que dejaran pasar esa oportunidad para otorgárselo. Agradecí a mi hermano la información y las siguientes semanas fueron de angustiosa espera, hasta enterarme de la decisión del Cabildo. Lo que siguió ya es historia. Unas semanas después, en sesión solemne, el Cabildo de Autlán declaró a: “2009, Año del Dr. Daniel Ruiz Villalobos”, por lo que los documentos oficiales emitidos debían agregar esa leyenda después de la fecha. Homenaje en vida, justo a tiempo, a dos años y medio de su muerte.

Finalmente llegó el día que más temíamos, el suceso nunca deseado. El 3 de noviembre de 2011, a los 87 años de edad, el Dr. Daniel Ruiz Villalobos falleció por insuficiencia renal, dejando instrucciones para que sus restos fueran cremados y sus cenizas arrojadas al mar. Dos semanas después, ante sus cenizas, se realizó un homenaje póstumo en el Salón de Cabildos del Municipio de Autlán. Un día después, desde una lancha en la bahía de Melaque, en un acto que yo llamaría el de la reincorporación del maestro a la naturaleza eterna, amigos, exalumnos y su hija Ruth, puño a puño, depositamos sus cenizas en ese mar que tanto amó. Y muchos nos quedamos con una profunda sensación de vacío y orfandad que aún perdura.

Han pasado siete años desde que el maestro nos dejó y aún no nos acostumbramos a su ausencia. Extrañamos sus distintivos personales: carácter un poco hosco; reservado en su vida personal; contundente y exacto en sus diagnósticos médicos; sensible ante las desgracias personales y sociales; hombre de convicciones éticas firmes y profundas, tanto en lo profesional como en lo social y, por lo mismo, crítico agudo de políticos deshonestos y gobernantes corruptos; amable en general con las personas: dado a las bromas con sus amigos y alumnos; desprendido de lo material y, por lo mismo, dispuesto a utilizar su patrimonio para financiar proyectos educativos; poseedor de una memoria de elefante que nos sorprendía a todos al recordar al detalle acontecimientos que sucedieron 50 años atrás o más; autodidacta profundo en materias muy distintas a la medicina, como filosofía, ética y sociología. Además de la educación y la medicina, su tercera pasión era la jardinería, a la que dedicaba buena parte de su tiempo en su casa de Melaque, el famoso Palapas Palace, que frecuentábamos todos.

Definitivamente, un personaje como el Dr. Villalobos, que reúne los atributos mencionados en el párrafo anterior, con un legado tan amplio y positivo derivado de sus obras y proyectos, simplemente estaba destinado a trascender, aún sin quererlo, aún sin buscarlo. Porque quienes trascienden generalmente no buscan hacerlo. El Dr. Villalobos, simplemente actuó de acuerdo a su conciencia y sus principios en el momento histórico y las circunstancias sociales en que le tocó vivir, obedeciendo a su naturaleza, siguiendo su impulso ético y solidario con la humanidad y poniendo sus recursos y capacidad de organización al servicio de su comunidad.

Permítanme concluir con las siguientes afirmaciones:

1. El Dr. Villalobos no descansa en paz;

2. El Dr. Villalobos no está muerto;

3. Sí hay vida después de la muerte.

El Dr. Villalobos no descansa en paz, porque nunca estuvo en su naturaleza descansar, y menos en paz; el Dr. Villalobos no está muerto porque sigue vivo en nuestros corazones, pero sobre todo en nuestras conciencias, removiéndolas con sus enseñanzas y su ejemplo. Y con ello nos confirma que sí existe vida después de la muerte, pero aquí en la tierra, a través de nuestras obras. Y es transitando por esa ruta cómo cada uno de nosotros, enriqueciendo nuestro legado particular, podremos aspirar a ganar batallas después de muertos. Como el Cid Campeador. Como el Dr. Villalobos ¡Gracias!

En este acto de la develación de la placa del Laboratorio de Quirúrgica, estuvieron presentes directivos, profesores y alumnos del CU Costa Sur, así como familiares, amigos y alumnos del doctor Villalobos.

 

Redacción: Lorena Medina

Fotografía: Juan Pablo Barreto

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