De acuerdo con la FAO (2017) para 75% de los pobres del mundo que viven en zonas rurales, la agricultura es la principal fuente de ingresos y de trabajo. La pobreza, el hambre y la inseguridad alimentaria son problemas estrechamente vinculados entre sí. Pero el agotamiento y la degradación de la tierra y del agua afectan gravemente la capacidad de cultivar alimentos y otros productos necesarios para sustentar los medios de vida de estas zonas y satisfacer las necesidades de la población urbana.
Según las proyecciones, la población mundial alcanzará los 9 000 millones de habitantes en 2050, y la mayor parte de este crecimiento se concentrará en los actuales países en desarrollo; además, la migración de las zonas rurales a las urbanas está incrementándose de manera considerable. La globalización está afectando al sector agrícola, y junto con el crecimiento económico y la urbanización, está contribuyendo a cambios en los hábitos de consumo de alimentos. Los recursos naturales están sometidos a una presión sin precedentes derivada de las actividades humanas, y se están produciendo marcados cambios climáticos y ambientales, que producen catástrofes naturales y emergencias con más frecuencia (FAO, 2009).
Actualmente la producción agrícola nacional es insuficiente por lo que es importante que las acciones se encaminen a fortalecer los diferentes sistemas de producción agropecuaria mediante el uso de tecnologías innovadoras que sean más eficientes bajo el esquema de sustentabilidad. En ese contexto, el desarrollo de la investigación alineada a las necesidades del sector y la formación de recursos humanos de alto nivel, es de suma importancia. La FAO indica que los países no deberían de importar más de 25% de los alimentos que consumen y actualmente México importa 43% de los alimentos básicos que consumimos y se estima que para el año 2020 ocuparemos el segundo lugar como importador de alimentos a nivel mundial. Se ha aumentado la dependencia alimentaria en productos tales como el maíz que se importa 30%; arroz más de 70%; oleaginosas y soya 95%, carne de cerdo 40%. No obstante, actualmente el país exporta grandes cantidades de frutas, hortalizas y en los últimos años, la exportación de carne de bovina ha generado divisas importantes para el país (FAO, 2009).
La estrategia más importante para contribuir en la mejora de la producción y reducir la dependencia alimentaria, es la educación agrícola pertinente y de calidad, para formar los cuadros que tendrán como misión fortalecer al campo mexicano. Así, toda acción pública o privada en materia de autosuficiencia alimentaria, conservación de los recursos naturales, enfoques de sustentabilidad y desarrollo rural, requiere de recursos humanos con conocimientos, habilidades y actitudes de alto nivel para tomar decisiones precisas y acertadas.
La investigación y el desarrollo tecnológico aplicado al sector agropecuario, en concordancia con la conservación del ambiente, son necesarios para el desarrollo sostenible y equitativo de las comunidades del medio rural. Bajo estas circunstancias la investigación aplicada y la formación de recursos humanos especializados contribuyen de manera contundente al desarrollo de la región y su zona de influencia, del estado de Jalisco y del País.
Por lo anterior, se considera pertinente y oportuna la oferta de la Maestría en Ciencias Agropecuarias adscrita al Departamento de Producción Agrícola del Centro Universitario de la Costa Sur de la Universidad de Guadalajara.